domingo, 26 de abril de 2015

ORSO MATTO

¡¡Muy buenas a todos, queridísimos bloggers!!

¿Cómo vas las cosas? Como os podéis imaginar yo estoy en pleno zafarrancho universitario, así que estoy como loca por que llegue ya Junio y las vacaciones :)

Por suerte, entre práctica y práctica, y examen y examen, y curro y curro, saco tiempo para descubrir sitios tan maravillosos como el que os presento hoy. Y os confieso algo: estoy nerviosilla. ¿El motivo? Bien sencillo: por fin hemos encontrado un restaurante de 10; sí, después de casi 3 años comiendo (y malcomiendo) hemos dado con un sitio al que fuimos incapaces de sacar ni una sola pega (y reconozco que buscamos y buscamos, y nada).

Dicho lo cual, vamos a ello, y espero que mi texto esté a la altura (¡qué nervios!).

Os presento el Orso Matto, un pequeño restaurante italiano que se encuentra en la calle Gaztambide 35 (metro Argüelles, L3, 4 y 6). Antes de ir, podéis entrar en su web y curiosear entre los platos que sirven (se os va a hacer la boca agua, ¡aviso!), o en página de Facebook donde podéis ver muchas fotos y leer más información.

Descubrimos este sitio de casualidad: los viernes al salir de la uni, vamos al cine por esa zona, y aunque ya habíamos pasado por delante varias veces, nunca nos habíamos decidido a entrar... hasta hace unos días, que íbamos con el tiempo justo y fue lo primero que se nos ocurrió.

La primera vez que lo vi, me llamó mucho la atención la fachada, con todo esos colores vivos, y la cristalera, y las plantitas... Vaya, que desprende buen rollo, y más aún me gustó cuando vi el detalle del cuenco con agua para perros que tenían en la puerta (¡minipunto para los chicos del Orso Matto!).

¡Cómo me gustan los colorines! ^^

Por dentro está decorado con mucho gusto: sin estridencias, con mobiliario sencillo, lleno de detalles y aire fresco. Sin duda se respira un ambiente muy agradable.

Sobre las paredes podéis ver todo lo que ofrecen para comer: piadinas, pastas, postres...

A pesar de que me gusta mucho la cocina italiana, tengo que reconocer que no soy una experta en ella, así que nos dejamos aconsejar, y muy acertadamente, todo sea dicho.

Por una parte pedimos una lasaña para compartir que ya de por sí tenía buena pinta, y al probarla nuestras expectativas se hicieron realidad: muy, muy, muy rica. Jugosa, con muchísimo sabor, a buena temperatura y la pasta en su perfecto punto. Genial. No se parece en nada a la típica lasaña que comemos habitualmente y realmente me dejó muy sorprendida. Por otra parte pedimos una piadina (una especie de crêpe súper ligero relleno de distintos ingredientes). Tenéis un montón donde elegir, pero si no os convence ninguna, os podéis hacer una a vuestro gusto. Nosotros escogimos la Porqueta, que llevaba espinacas frescas, queso y cerdo. Nuevamente me sorprendió que algo tan aparentemente sencillo pudiese estar tan bueno: las espinacas crujientes, el queso, pan un pelín tostado, la porchetta... Uf, ¡una delicia! ¡Me hubiese comido 20 más! ¡Jaja! Está claro que tendremos que volver para probarlas todas :)

Piadina (izq.) y lasaña (dcha.). Se me hace la boca agua...

Y como os podéis imaginar, no nos podíamos ir sin pedir postre. Habitualmente pedimos uno para compartir, pero esta vez la tentación era demasiado grande, así que elegimos dos (dos porque uno de cada nos parecía demasiado): tarta de flan y panna cotta. Tenían varias tartas para elegir, pero me quedé con la de flan por una razón muy boba: cuando era pequeña, mi madre me hacía una tarta todos los años por mi cumpleaños, y recuerdo que hacía una con relleno de flan que me encantaba, así que en cuanto vi ésta, quise probarla. Y acerté de lleno. "Mm, mmm, mmmm...", eso es todo lo que acertábamos a decir. En la escala Mmm del 1 al 10, le pondría un 11, lo dije aquel día y lo seguiré diciendo. ¡Pero qué buena estaba, j***! Y la panna cotta... ¡Ay la panna cotta! Mira que es difícil encontrar un sitio donde la hagan decentemente (pedir que la hagan bien ya es demasiado), pero es que ésta ¡estaba para ponerle un piso! Y el punto de las galletas y el sirope de frutos rojos, nos dejó maravillados.

De izq. a dcha: tarta de flan y panna cotta. Creo que no podrían haberme gustado más.

Ahora, hablemos de dinero: ¿cuánto creéis que nos costó todo este festín incluyendo las bebidas? Pues no llegó ni a 9 € por cabeza. Increíble, ¿verdad? La relación calidad/precio no puede ser mejor: pocos sitios conocemos donde la comida esté tan buena, sea casera, a buen precio y perfectamente atendidos.

Cierto, que casi lo olvido: nos trataron como a reyes, bueno no, mucho mejor que a reyes (que ya sabemos todos que últimamente la monarquía no está muy de moda). Súper amables, atentos, nos aconsejaron genial y ¡más majos que las pesetas!

Otro punto a favor es que fueron muy, muy rápidos (comimos en menos de media hora) y gracias a eso llegamos puntuales al cine.

A diario tienen una "pasta del día" a muy buen precio (creo que voy a empezar a cambiar los tuppers de la uni por un buen plato de pasta...) y además te puedes llevar la comida a casa. Y si no queréis comer ni cenar, podéis ir a merendar ya que no cierran por la tarde.

Valoración general: ahí va, un 10. Todo fue perfecto, nos gustaron hasta los baños. Se lo recomiendo muy mucho a toda la gente de Ciudad Universitaria y aledaños porque realmente merece la pena, tanto por la comida, como por el precio, como por lo bien nos trataron, como por la calidad de los ingredientes... Lo dicho: perfecto.

Bueno bloggers, ¿qué me decís? ¿Os hace un Orso Matto? :)

Más de una vez me han dicho que soy demasiado dura con las reseñas que escribo, pero este restaurante es el claro de ejemplo de que si algo me gusta lo voy a decir igual de alto que si algo no me gusta. Es una lástima que con lo grande que es Madrid no haya más sitios así de buenos y asequibles, pero bueno, ya se sabe que las buenas colonias vienen en frasco pequeño, ¿no?

Un besote muyyy grande a todos mis lectores y un GRACIAS así de grande para los chicos del Orso Matto, que se lo merecen de todo corazón.

Carolina.

P.D. Por si a alguien le entra la duda, la bebida de la lata negra (la que no es de cerveza, vaya), se llama Chinotto. Es un refresco con un sabor un tanto extraño (como a naranja amarga) pero bastante bueno. No tiene alcohol pero a mí me recordaba al sabor del Disaronno (¡cómo echo de menos currar en los Bajos, ay!).