martes, 7 de julio de 2015

MANUAL DE SUPERVIVENCIA II: ALEMANIA

¡Hola caracolas!

¿Cómo va el verano? Madrid ya es de nuevo ese infierno de calor que tanto tememos todos los años, pero al menos ya se han acabado las clases, los exámenes... ¡Y muy contenta! Tanto estudio y curro ha dado buenísimos resultados :D

Vamos al lío.

Tengo un montón de sitios que enseñaros, pero esta entrada va a ser un poco distinta a lo habitual: a principios de Junio hice un maravillosísimo viaje con mi chico y mi padre recorriendo el noreste de Alemania, gran parte de Polonia, y ya de vuelta a España, Londres y Brighton; así que hoy os voy a contestar a dos sencillas preguntas: qué comer en Alemania y dónde comer en Alemania.

Antes de nada tenéis que tener en cuenta un par de cosas: lo primero son los horarios, ya que a pesar de que en las ciudades grandes podéis comer y cenar casi a cualquier hora, en los pueblos y ciudades más pequeñas, la hora de comer ronda las 13:00 y la de cenar las 20:00. Y lo segundo es el sentido común (que es el menos común de todos los sentidos), es decir, aprovechar menús del día, evitar las calles turísticas con restaurantes con menú en la puerta, huir de los manteles de tela, etc.

Ahora sí que sí. ¡Comenzamos!

Nuestro road trip comenzó en Potsdam, una "pequeña" ciudad a unos 35 km de Berlín con unos parques enormes y preciosos dignos de recorrer una y otra vez, por lo que lo mejor será empezar con un buen desayuno.

A esto me refería con un buen desayuno

Potsdam es una ciudad muy, muy turística así que no tendréis ningún problema para encontrar un restaurante donde comer, pero como nuestro presupuesto era bastante ajustado decidimos dejar los restaurantes para otro día y degustar nuestro primer currywurst (¡¡madre mía lo que me ha gustado a mí el "currigús"!!). En una de las calle principales encontramos el The best hot dog donde por menos de 5€ te puedes tomar un perrito (o salchicha con curry) y una bebida la mar de ricos.

Rico, rico y con fundamento

Y si queréis tomar un café o un postre, justo al lado vais a encontrar el Eismanufaktur, una cafetería monísima donde ponen unos cafés enormes y unas tartas y helados riquísimos. En general, el café es bastante más caro que en España (y no está tan bueno, todo sea dicho), pero del tamaño no nos podemos quejar.

¡De lo más cuqui!

Esa misma noche dormimos en Kropstädt, una pequeñísima pedanía muy bonita pero prácticamente deshabitada, lo que supuso un pequeño viaje a Wittenberg para cenar. Después de unas cuantas vueltas buscando algún sitio abierto, dimos con el Witten Burger, que como podréis imaginar, es una hamburguesería en pleno centro de la ciudad. Fueron muy amables ya que nos hicieron cena a pesar de ser más de las 21:00 y lo cierto es que las hamburguesas (unos 8€ cada una) estaban realmente ricas.

Aunque no lo parezca, las bandejas son cerámicas. ¡Muy chulas!


Tal y como he dicho antes, los desayunos son realmente importantes y no hay mejor manera de empezar el día, ¡jeje!

Creo que esto es lo que más me gusta de viajar

Ese día visitamos Leipzig (una bonita ciudad por la que pasear) y a la hora de comer, improvisamos unos bocadillos (lamentablemente no hay fotos de los susodichos). Por la tarde vimos Dresde (sin duda una de las ciudades más maravillosas que jamás he visitado) y como tampoco comimos nada allí, os enseño una foto mía, para que veais que no me invento nada, ¡jeje!

Dresde enamora

Hicimos noche en Görlitz, la última ciudad antes de pasar a Polonia, que tiene una bonita catedral y un montón de callejuelas en las que perderse. A pesar de no ser especialmente turística, tiene muchos restaurantes, pero la mayoría de ellos son bastante caros y en plan "delicatessen". Por suerte, encontrarmos la pizzería Capri, donde cenamos maravillosamente por unos 12 € por persona.

Una ensalada caprese bien sana y fresquita

Dos pizzas muy sabrosas y unos canelones bien ricos

Y para terminar, una panna cotta de chocolate

La mañana siguiente dimos el salto a Polonia, pero de eso os hablaré en la próxima entrada de "Manual de superviviencia".

Tras recorrer Polonia, volvimos a Alemania para pasar un par de días en Berlín y visitar a fondo esta preciosa (y enorme) ciudad.

Como ya he dicho Berlín es grande, muy grande, enorme, y si solo tenéis 48 horas para verla, id con la idea de tener que andar cerca de 20 km diarios, no tener mucho tiempo para descansos y que la lluvia os puede sorprender en cualquier momento. La ventaja de ser tan grande y cosmopolita es que podéis encontrar un sitio donde comer/cenar prácticamente a cualquier hora pudiendo elegir entre una gran variedad. Pero hay ciertas cosas que tenéis que probar sí o sí, ya estéis en Berlín o en cualquier otra parte de Alemania:

  • Los pretzels: son unos panecillos con forma de lazo tanto dulces como salados. Los podéis encontrar tanto en tiendas, como en restaurantes, como en puestos por la calle. Aunque su origen es alemán, en Polonia y Austria también son muy típicos.

Hé aquí un pretzel de lo más apetecible

  • La cerveza: cerveceros, éste es vuestro país. Cervezas de todos los tipos, tamaños, colores... Y no especialmente cara. Para los que no nos gusta la cerveza, siempre nos quedarán los refrescos y el agua.
 
Lo sé, la foto podría haber sido mucho mejor
  • El codillo (en todas sus variantes), las salchichas (bockwurst, bratwurst, etc), el chucrut (col en todo su esplendor), las chuletas de sajonia (kasseler), patatas (kartoffel)... ¡No os podéis ir de Alemania sin comer al menos un pedacito de todo esto! Y sí, hay montones de sitios, pero hay uno que se lleva la palma: la archiconocida cervecería HB. La original está en Múnich, pero está tiene la misma esencia: grandes cantidades de cerveza, sabrosa y abundante comida, música en directo, buen ambiente, decoración tradicional... Y mucha gente con ganas de pasarlo bien. Lo cierto es que es un sitio muy turístico, pero merece mucho la pena. No es caro (unos 15€ por persona) y las raciones son más que generosas.
  
¡No dejamos ni una miguita!
  •  El currywurst (currigús para los amigos): es la comida rápida alemana por excelencia, tanto para los que salen a mediodía de trabajar como para los que vuelven de fiesta de madrugada. Habitualmente es una salchicha (de cualquier variedad) en rodajas con curry espolvoreado y ketchup y/o mostaza y/o mayonesa. Además, para los más valientes, hay una versión picante también muy sabrosa. Se sirve en una bandejita de cartón y suele ir acompañada de patatas fritas. Sinceramente, podría haber sobrevivido los 10 días a base de currigús, ¡qué cosa tan rica y tan sencilla! En mi opinión, los mejores son el Curry 61  (mi preferido) y el Curry 36 (sí, los nombre son de lo más original), pero podéis encontrar locales de este tipo por todas partes y ninguno con precio superiores a 5-6€ por persona. Realmente merece la pena.
 
Currywurst de mis amores y perrito caliente para el señor
  • Y por último, es necesario que probéis un strudel, y si es un apfelstrudel, mejor que mejor. Los strudel son deliciosos pasteles enrollados rellenos de fruta, queso... El apfelstrudel está relleno de manzana y se toma como postre, merienda e incluso para desayunar. Soy una gran apasionada de los pasteles de manzana y creo que comí al menos uno diario en este viaje. La lástima es que no siempre pude encontrar uno casero... menos mal que siempre hay un Mc Donald's a mano, ¡jaja!
    
¿Para cuándo la vuelta de los pasteles de manzana a España?


Bueno, aquí se acaba la aventura alemana. No está mal esta primera parte, ¿verdad? Lo único que falló fue el tiempo, pero por lo demás no tengo ni una queja.

Espero que os haya gustado esta entrada tan especial y si alguien quiere información sobre hoteles, carreteras, lugares de interés, etc, que no dude en preguntar.

Un besote muy grande a todos y ¡a disfrutar del verano!

Carolina.